miércoles, 1 de septiembre de 2010

Con influencia de Marosa o de Imbert o de...

JUEGO

Juega la niña con su muñeca en el fondo de la casa, le hace la comida con hojas de la parra del patio, la acuesta en la cunita de madera que le fabricó papá, la tapa con una colcha de juguete que tejió mamá. Brígida se llama la muñeca como le había dicho su hermana, la niña la viste con un vestido blanco, como de novia, para que el hermanito no hurgue en ella tratando de descubrir curioso el sexo de la muñeca.
Deja la niña este juego de hijos y arropes inventados, se dirige hacia el jardín, se quita la ropa, se acuesta de panza en el pasto, entre las dalias y los narcisos, se ensucia, la niña huele a tierra, sus manos están verdes de tocar el pasto vivo, fresco; la niña se vuelve y se revuelve como una flor más en aquella intemperie mullida.
Escucha la muñeca Rígida que llora, ¿tendrá hambre? ¿Querrá la teta? ¿Succionar mis tetas?, entonces la llama ¡Frígida! ¡Brígida!, y la muñeca viene hacia el jardín, se desnuda, se revuelca, se va ablandando su cuerpo artificioso, se acuesta de espaldas, mira el cielo, tiene hambre y come flores, blancas como la leche.

1 comentario:

  1. Cris, este relato es sencillamente MA-RA-VI-LLO-SO. Me conmueve su belleza.

    beso grande
    Adriana

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