Empaquetado en la vidriera, dentro de la pequeña caja, los otros todos uniformes iguales a mí, duros, cuadrados, recortados, envueltos, rígidos, amontonados. Todos olemos igual, todos nos vemos iguales.
Un día la voz de un niño, la mano de un niño… y empiezo a separarme, a medida que avanza mi fuga de la mano de este niño desde lejos veo como me voy retirando de los demás, y comienzo a sentirme distinto…
Luz, ruidos, olores de este lado del vidrio. Y mi cuerpo se desenvuelve, la sensación del aire sobre la piel me produce una extraña agitación, los dedos suaves del niño quitan los restos del papel que se adherían a mi blando y dulce cuerpo, me sumerjo en una oscuridad calida, mi cuerpo se vuelve cada vez mas viscoso, blando y elástico, y me siento arastrar por una inundación muy calma, mi materia se expande, siento el cuerpo como una burbuja que sube a explotar en la superficie, y finalmente exploto con un estallido que huele a tutti fruti.