lunes, 6 de diciembre de 2010

Uno de Marosa

Soy la Virgen. Me doy cuenta. En la noche me paro junto a las columnas y a las fuentes. O salgo a la carretera, donde los conductores me miran extasiados o huyen como locos.

Soy la Virgen. El Angel me hablaba entre jazmines y en varios planos. Me dijo algo rarísimo; no entendí bien.

Voy por el antiguo huerto -Isabel, Ana-, por las antiguas casas; quisiera ser una mujer en una de estas casas, una mujer en la ciudad, pero, soy la Virgen; no se dan cuenta; busco otra aldea abandonada, otros cáñamos. Silba el viento. Los lobos están comiendo los corderos. A mi diadema caen las estrellas como lágrimas, caen rosas y gladiolos, dalias negras.

Soy la Virgen.

Estoy sola. Silba el viento. ¿A dónde voy? ¿A dónde voy?

Y jamás habrá respuesta.


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